miércoles, 13 de agosto de 2014
Excesos de comida: un atentado al organismo
Durante los festejos navideños y de fin de año, es común que se olvide el famoso refrán que dice: "Lo fundamental en la alimentación es desayunar como príncipe, comer como burgués y cenar como mendigo", ya que sin pensarlo, caemos en excesos y todo el tiempo degustamos sin límite suculentos guisados.
En consecuencia, el aparato digestivo soporta comida grasosa, gran cantidad de dulces y bebidas alcohólicas al por mayor. De esta forma, responde a la "agresión" mediante dolor, acidez, gases y diarrea. Pero esto no es todo, ya que no le dimos oportunidad de digerir adecuadamente y eliminar grasas, por lo que no quedó otro remedio que almacenarlas en distintas partes de nuestra silueta.
Es importante saber que dichos excesos no sólo se produjeron en cantidad (en esos días multiplicamos por 3 ó 4 nuestras necesidades calóricas diarias), sino también en calidad por dos razones fundamentales: la primera, al excedernos en salsas, especias, condimentos, picante, café y alcohol; y la segunda porque disminuimos nuestras exigencias de calidad ante la elevada demanda de los productos que consumimos, por ejemplo, dulces, pasteles y botanas. Lo grave del asunto es que hay quienes lo pagan con gastroenteritis, padecimiento que ocasiona inflamación en la mucosa del estómago e intestino, lo cual provoca intenso dolor en la región, gases, diarrea y, en casos graves, náuseas y vómito.
Se ha calculado que para digerir los alimentos consumidos en la cena de Nochebuena o fin de año, se necesita mucho más tiempo del habitual, concretamente entre 10-12 horas, con el fin de que dicho proceso se realice de manera apropiada. Evidentemente muy poca gente cumple con este lapso, pues a una cena abundante le sigue una comida tanto o más copios
¿Qué debo hacer?
Comer es una necesidad vital, pero también un disfrute cotidiano y, ocasionalmente, fuente de gran placer, y seguramente esta percepción nos llevó a comer en forma descontrolada. Por ello, es indispensable volver a adquirir disciplina alimenticia, la cual no sólo "le devolverá la paz" a nuestro estómago, sino también permitirá que comencemos a perder peso (lo cual debe apoyarse con rutinas de ejercicio).
El primer paso es balancear nuestra dieta, la cual debe contener cantidad moderada de alimentos correspondientes a los cuatro grupos:
• 57% de carbohidratos (de preferencia complejos, es decir, los que no tienen sabor dulce, como pan integral, féculas y pastas).
• 25% de grasas (nunca hay que omitirlas porque permiten la producción de hormonas).
• 15% de proteínas.
• 3% de fibra.
Es necesario que evite o dosifique las comidas muy condimentadas, picantes y dulces, así como las bebidas alcohólicas, pues el estómago "no está dispuesto" a tolerar otra agresión. También, es necesario incrementar la cantidad de verduras, frutas y fibra en su dieta, prefiera los platillos cocinados al vapor o a la plancha y beba de 2 a 3 litros de agua diariamente. Es muy importante que realice 4 ó 5 comidas ligeras al día, pues esto permitirá que su metabolismo (proceso físico-químico que transforma los alimentos en energía) trabaje más rápido y que su estómago digiera perfectamente los alimentos; asimismo, hay que procurar comer con calma y masticar muy bien cada comestible.
Cabe destacar que no es recomendable ingerir productos light en exceso, pues aunque sean "bajos en calorías" estos alimentos sólo contienen 30% menos de grasa o azúcar que los comunes.
En caso que el malestar en el estómago no disminuya con el cambio de dieta, acuda inmediatamente al gastroenterólogo, especialista que realizará valoración de su estado de salud y, con base en ello, recomendará tratamiento adecuado, el cual incluye la administración de algunos medicamentos y algunos consejos, entre los que se encuentran:
• Comer despacio.
• Masticar bien para triturar correctamente los alimentos.
• Moderar la cantidad de comida y bebidas alcohólicas, principalmente si tiene alguna reunión o fiesta.
• Evitar beber líquidos gaseosos.
• Consumir diariamente ensaladas de frutas y verduras.
• Utilizar sólo los condimentos necesarios, de preferencia hierbas aromáticas, por ejemplo, albahaca, mejorana, tomillo o hierbabuena.
• En caso de comida un poco grasosa o condimentada, no olvide tomar un antiácido.
Así pues, es conveniente moderar nuestros impulsos y comprender que "saldrá más caro el caldo que las albóndigas" si nos rendimos ante el embrujo de los alimentos.
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