Es una de las grandes referencias mundiales de la ética aplicada a los animales. A sus 62 años, el filósofo norteamericano ha cerrado el círculo de su vida académica en Oxford, donde hace unos meses invitó a su amigo y colega Peter Singer (Liberación Animal) para indagar en el vegetarianismo por razones morales.
Autor de The Ethics of Killing, McMahan cuestiona el hábito de matar a los animales para comérnoslos y se pregunta si es posible un omnivorismo más “humano”. Está convencido de que con el tiempo miraremos hacia atrás y juzgaremos lo que estamos haciendo con los animales en las granjas industriales con el mismo horror con el que ahora vemos la esclavitud.
¿Desde cuándo la
filosofía se preocupa por vegetarianismo por razones éticas?
El
interés de la filosofía en el trato de los animales se remonta al
mundo clásico. Plutarco es uno de los primeros en poner sobre la
mesa la cuestión moral del sufrimiento de los animales y nuestra
relación con ellos. Y antes, los pitagorianos eran vegetarianos,
aunque no está claro si lo eran solo por factores éticos. El
vegetarianismo fue considerado durante un tiempo como la “dieta
pitagórica”.
En el otro extremo,
usted recuerda lo que decía el autor británico Leslie Stephen a
finales del siglo XIX, en su libro Social
Rights and Duties: “El
cerdo tiene más interés que nadie en la demanda de 'bacon'…”
Ese
es el razonamiento que se sigue usando para justificar el consumo de
carne. Si no fuera porque nosotros nos lo comemos, probablemente
muchos animales no tendrían siquiera la opción de existir. El
propio Stephen decía: “Si todos fuéramos judíos, no existirían
siquiera los cerdos”…
Usted mismo se hace
esa pregunta, puesta al día, en el título provocativo de una de sus
más sonadas conferencias: “¿Podríamos estar beneficiando a los
animales al comerlos?”
Intuitivamente, y
después de llevar muchos años dándole vueltas, creo que la
práctica de comer carne no puede ser justificada desde un punto de
vista moral. Pero he querido exprimir el argumento de una manera
imparcial y desapasionada, para ver si se puede defender un
omnivorismo más “humano”. Sé que la pregunta puede sonar
provocadora para los vegetarianos, pero es que he querido llegar al
fondo de la cuestión, que es ni más ni menos que esta: ¿Existe una
manera humana de criar a los animales, en relativa libertad y velando
por su bienestar, aunque sepamos que al final vamos a matarlos?
Responda usted
mismo…
Hay mucha gente que puede pensar: “Está
bien que los animales no sufran, pero no está mal matarlos”…
Ahora bien, nadie puede decir eso mismo de un ser humano. Para mí,
el problema de fondo no es comer animales, sino matarlos. Lo que
estamos haciendo realmente es pagar a otros para que hagan el trabajo
sucio. Por más bien que tratemos a un animal, siempre está el hecho
de matarlos a un edad prematura, más el terror y el sufrimiento en
el momento de la muerte.
Un
amigo mío (carnívoro) dice que alguien que no sea capaz de matar a
un animal con sus propias manos no debería comer carne…
No
sé si hace falta llegar a ese extremo. Pero lo que no se puede
justificar moralmente es la “producción” y el consumo de carne
en las granjas industriales que abastecen nuestros supermercados.
Estamos propiciando la tortura, los malos tratos y el sufrimiento de
millones de animales. Creo que con el tiempo miraremos hacia atrás y
veremos lo que le estamos haciendo a los animales en este momento con
auténtico horror, de la misma manera que ahora vemos la esclavitud.
En los países
occidentales aumenta la proporción de vegetarianos, pero en los
países en desarrollo se dispara el consumo de carne ¿Hasta cuándo
esa contradicción?
El consumo de carne se ha
convertido en un símbolo de estatus, igual que tener un coche, y ese
es por desgracia el modelo que hemos exportado a los países en
desarrollo, donde empiezan a sufrir las mismas enfermedades de la
“opulencia”, de la obesidad a las afecciones cardíacas. Yo
confío en que la proporción de vegetarianos en unos países vaya en
aumento y llegue a compensar el incremento de la de demanda de carne
en otros. En cuestión de tiempo, y yo creo que ocurrirá antes de lo
pensamos. Cada vez está también más claro el impacto que el
consumo de carne tiene en el medio ambiente y en el cambio de
climático. Nuestos hábitos alimenticios son crueles y además no
son sostenibles. Creo que los factores ambientales y éticos acabarán
yendo de la mano.
Usted fue carnívoro
y cazador hasta la adolescencia. Cuéntenos la experiencia que le
hizo cambiar de dieta…
Yo cazaba patos, los
deplumaba y nos los comíamos en casa. Vivía en una zona rural del
estado de Georgia, y en el sur de Estados Unidos es normal que te
regalen un fifle de los trece años y te pongas a cazar. Eso fue lo
que me ocurrió a mí, y reconozco que durante un tiempo me gustaba
pegar tiros… Pero una vez vi a un cazador romperle el cuello a una
paloma herida que intentaba huir de él, y aquella escena me cambió
la vida. Dejé de cazar, vendí mi escopeta a los 16 años. Siendo
adolescente dejé de comer carne, y aún recuerdo que cuando vine a
estudiar a Oxford era el único vegetariano de mi promoción: todas
las noches me iba a la cama con una loncha fría de queso porque no
tenía otra opción.
Los tiempos han
cambiado… ¿Pero cuánta gente decide realmente hacerse vegetariana
por razones éticas, pensando en el bienestar de los animales?
Hoy
por hoy, en casi todas las facultades universitarias británicas hay
menús vegetarianos. Y puedo asegurar que el factor ético es lo que
lleva a muchos jóvenes a dejar de comer carne, más allá de las
razones de salud.
¿Qué le parece el
veganismo?
Yo sigo comiendo productos lácteos
por prescripción médica: padezco osteopenia (diminución de la
capacidad mineral ósea). Ser vegano es la mejor opción moral
posible, mejor aún que ser vegetariano. Yo lo sería si pudiera…
Está claro que hay una relación clara entre la producción de leche
y la industria de la carne. El sufrimiento al que se someten a las
terneras y a las vacas en el momento de la separación no es de
ningún modo justifcable. Como no lo es la producción de huevos en
las granjas industriales donde los pollos y las gallinas se pasan la
vida en jaulas y en condiciones deplorables.
En otro artículo
también polémico (“The Meat Eaters”) usted advierte que el
mundo natural es una “incesante carnicería”. Y llega incluso a
plantearse si no sería deseable un mundo libre de “depredadores”
para evitar el sufrimiento animal. ¿Está acaso justificando la
extinción de los leones, lo tigres o los osos?
Si
desaparecieran los leones, los tigres y los osos, posiblemente habría
una sobrepoblación de herbívoros y se crearía una grave disrupción
ecológica. Ese es uno de los argumentos que utilizo en el artículo
para cuestionar la extinción de los carnívoros. Pero yo
justificaría en cualquier caso la intervención del hombre para
reducir el sufrimiento en el mundo natural. ¿Cómo? Regulando las
poblaciones de depredadores o estirilizándoles.
¿Acaso el hombre no
se ha convertido en el gran depredador?
El tigre
necesita comer carne, nosotros no. Nosotros no somos depredadores por
necesidad biológica. Podemos llevar una vida saludable sin comer
carne. Es más, somos hasta cierto punto el producto la extinción de
los dinosaurios y de los grandes carnívoros. La desaparición de
unas especies ha permitido siempre la aparición de otras. La
nuestra, sin ir más lejos.
Correo del sol
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