Las verduras se comen cocidas
con mucha frecuencia, pero así se pierden lamentablemente sus
mayores virtudes. Muchas de ellas sin embargo, pueden comerse crudas
en forma de ensaladas, si se remojan o lavan adecuadamente en agua.
Las zanahorias y otras raíces
se limpian con un cepillo de cerdas duras, teniéndose bajo el chorro
de agua, sus manchas y puntos negros se quitan con un cuchillo. Para
ingerir verduras crudas es importante prepararlas con condimentos
naturales como el limón, el aceite de oliva o vegetal, etc.. Cuando
no pueden comerse crudas, se recomienda hacer con ellas zumo, igual,
se puede proceder con las hortalizas, el zumo fresco mantiene las
propiedades de los ingredientes.
Las frutas son algo más que
un producto natural de sabor agradable. Es así mismo fuente de
valores nutritivos, por ello no deben faltar en las comidas. Se debe
generalizar y se recomienda iniciar el día con la ingestión de un
vaso de agua fría y luego un jugo de frutas, de preferencia por
ejemplo: cuando hay resfriados o catarros, vaso de agua tibia, con el
jugo de tres limones y una cucharadita de miel de abeja. El limón es
un fruto ácido que al ingresar al aparato digestivo se transforma en
un estupendo alcalínizante. Resulta por tanto, muy recomendable para
quienes padecen de artritis. Entre otras propiedades de las frutas
está la de mantener unidas las células, dan firmeza a los
ligamentos, cartílagos y paredes de los vasos sanguíneos, además,
ayudan a mantener sanos los dientes, recuperarnos de las heridas,
etc..
Repetimos que las verduras y
las frutas deben comerse preferentemente crudas, para ello basta
lavarlas en forma adecuada. La cáscara y el grano de muchas de las
frutas son comestibles y concentran las principales virtudes de
éstas.
La adaptación al régimen
alimenticio vegetariano deberá ser paulatina, procurando que el
cambio sea a conciencia y producto de nuestro discernimiento. Lo
primero que deberá ser abandonado será el consumo de las carnes
rojas y embutidos, pudiendo mantener en la dieta las llamadas carnes
blancas (pescado y aves), hasta que poco a poco, fortalecida la
voluntad y el conocimiento se pueden retirar éstas definitivamente.
Deberá abandonarse igualmente, el empleo de las grasas animales,
pues éstas acrecientan generalmente el colesterol en la sangre, lo
cual, como se deduce, facilita la aparición de la arteriosclerosis.
Los aceites vegetales
naturales, es decir, sin refinar, disminuyen en cambio, el nivel de
colesterol cuando éste es muy elevado, evitando de esta forma, una
vejez prematura. Tan espléndida propiedad de tales aceites
desaparece, sin embargo cuando se ingieren éstos en frituras
excesivamente concentradas. Entre los aceites vegetales destacamos el
de oliva, maíz, almendras y especialmente los de girasol y maíz.
La
mantequilla elaborada de leche de vaca es rica en vitaminas A y D,
pero algunas familias prefieren la mantequilla vegetal. Y en cuanto
a las carnes, éstas tienen un magnífico reemplazo en alimentos
como: la leche, el
huevo, el queso, las nueces y las pecanas entre otras.
Respecto
al huevo:
Existe una serie de prejuicios con respecto al huevo, por eso,
anotamos aquí que es uno de los alimentos más nobles y ricos en
vitaminas. Biológicamente de mejor calidad inclusive que lo que
aporta la carne; y es así, porque dichas proteínas contienen todos
los aminoácidos necesarios del equilibrio perfecto. Se puede comer
hasta un huevo
diario. Es un
viejo prejuicio aquel que sostiene que es malo para el hígado, ya
que acelera el drenaje de la bilis. Se sabe que resuelve en mucho
nuestras necesidades calóricas y es rico en vitaminas A y B.
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