La palabra gremolata o gremolada proviene del italiano milanés gremolá, cuya traducción sería como un molido o algo reducido a una textura fina de granos. Podríamos decir que es una especie de majado, pues tradicionalmente se emplea el mortero manual para elaborarla, aunque hoy también es habitual usar cuchillo o algún robot eléctrico.
Lavar y secar el limón. Lavar igualmente el perejil, que debe ser muy fresco y crujiente, y secar a conciencia con suavidad. Separar las hojas o usar los tallos enteros, aunque pueden amargar un poco. Pelar los ajos y, si se prefiere más suave, abrir por la mitad y extraer los nervios centrales.
Rallar la piel de la mitad del limón, o del limón entero si es muy pequeño, procurando sacar solo la parte amarilla.
Mezclar todo en un mortero, añadiendo una pizca de sal, y machacar a mano hasta obtener una textura homogénea. Alternativamente, picar a cuchillo y combinarlos en un cuenco. Si se añade un poco de aceite de oliva o unas gotas de zumo, se podrá triturar mejor con el brazo de la batidora, siempre procurando no transformar la mezcla en un puré.
Probar y ajustar la cantidad de ingredientes si
fuera necesario, salpimentando al gusto. Servir o usar a conveniencia, y
guardar las sobras en un recipiente hermético en la nevera. (directoalpaladar)
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