Caminar no es sólo un medio de transporte no contaminante –un estudio también demuestra que tu actividad cerebral se libra del estrés cotidiano.
La vida en las ciudades requiere de atención constante: notificaciones en nuestros celulares, llamadas, tiempo invertido en actividades productivas que eventualmente nos dejan agotados. Pero el ritmo de la vida actual puede compensarse con momentos de calma y serenidad como los que tenemos al alcance de nuestras propias facultades motoras: caminar, qué duda cabe, relaja la mente y el cuerpo del estrés.
No estamos hablando de caminar como “caminar para ir a una junta urgente” o “caminar durante un transbordo en el transporte público”, sino caminar por el hecho mismo de caminar. Salir a tomar un paseo. No a ver aparadores en un centro comercial, no a correr para ejercitarte y mantenerte alerta del medidor de calorías quemadas: simplemente caminar –y tenemos a la ciencia de nuestra parte en esto.
Un estudio de la universidad de Edimburgo en Escocia colocó sensores de actividad cerebral en 12 adultos, a quienes se les solicitó caminar por diferentes áreas de la ciudad. Algunos fueron al distrito de compras, otros a lugares históricos y otros a un parque. Es fácil conocer cuáles de ellos sufrieron menos estrés: los del parque.
Aunque pequeño, el estudio nos recuerda que caminar simplemente por el placer de hacerlo puede ayudar a distender nuestra atención conciente y favorecer el pensamiento creativo, la clase de pensamiento que nos vigoriza y da mayor energía. Los psicólogos del estudio lo llaman “atención involuntaria”, una clase de atención que nos permite participar de un entorno mientras también podemos caminar en el interior de nosotros mismos.
El escritor estadunidense H.D. Thoreau, ancestro de los movimientos ecologistas del siglo XX, escribió en Walking que una caminata era el estado en que sus pensamientos podían encontrar la mayor libertad, inspirándose en la naturaleza de los alrededores boscosos de su casa. La unión con los paisajes naturales en las grandes ciudades puede ser un poco más difícil de conseguir, pero sin duda la facultad de nuestro propio cuerpo para relajarse es algo que podemos promover en nosotros mismos con un poco de ganas de hacerlo. (Ecoosfera)
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