Conocida desde tiempos inmemoriales, la ruda goza de propiedades curativas y mágicas y es considerada una planta alquímica, recomendada a la hora de conseguir la transformación interior. Por otra parte, sus componentes químicos se han convertido en panacea universal para todo tipo de curaciones y prácticas más o menos ortodoxas, algunas de las cuales le han granjeado una injusta mala fama.
Una planta mágica por excelencia en España y en muchos otros lugares del mundo es, sin duda, la ruda (ruta graveolens), que pertenece a la familia de las rutáceas, con 900 especies de hierbas, arbustos y árboles. Siempre envuelta en el misterio, la tradición oral ha elogiado sus excelencias: «Si supiera la gracia que tiene la ruda, la llevaría siempre en la cintura»; … «A quien toma y quema ruda, Dios le ayuda». Aunque bien es verdad que a otros, por el contrario, les causa fuerte rechazo, especialmente debido a su olor, por lo que se la ha llegado a llamar ruda pestosa. En este sentido, se dice que «el que huele la ruda y besa a una vieja, ni sabe lo que huele ni lo que besa».
La experiencia parece confirmar que este intenso olor es, si cabe, su defensa, una forma de ocultar sus capacidades a quienes no las valoran. He comprobado hasta la saciedad que las personas que consideran agradable su olor son precisamente aquellas que más facilidad y sintonía muestran para acceder a los misterios de esta planta. También experimentan una fuerte conexión con la Madre Tierra y disfrutan del conocimiento mágico que esta relación supone. De la misma opinión es el escritor Jesús Callejo, sin duda uno de los mayores expertos en plantas, lugares y seres mágicos de nuestro país, y autor de Los enigmas del País Borroso (Ed. Laberinto). «Si algo tengo que destacar de ella –nos explica– es su fuerte olor, que a mí particularmente no me desagrada. Es el peculiar perfume con el que identifica a los suyos. Son sus genuinas feromonas que expande al viento para rechazar a los que no estén en su misma onda y acercar a aquellos que vibren en su misma frecuencia. El olor es su arma y su llamada. Atrae o repele. Y a quien atrae lo protege. Hace tiempo que comprendí que a mí me atrae, y cuando conoces el secreto de su olor empiezas a adivinar los entresijos de su alma: en muchas culturas ha sido llamada la ‘;planta sagrada’ o la ‘;hierba de gracia’, no sólo porque sirviera de ‘;curalotodo’, como remedio eficaz para remediar muchas enfermedades del cuerpo, sino porque también era capaz de sanar las almas y sacar los malos espíritus del interior del cuerpo del poseído».
Múltiples aplicaciones
No habría llegado su fama hasta nosotros después de tanto tiempo si no estuviera fundamentada en los beneficios que genera para la salud. Sus aplicaciones son interminables. Por ejemplo, para los problemas estomacales no hay nada mejor que una infusión o un buen aguardiente de ruda, macerándola en orujo o anís carrasqueño. Cuando duelen los oídos se les aplica unas gotas de la esencia resultante de freír la planta con aceite de oliva. Mano de santo es la ruda para las mujeres, quienes veían el cielo al aliviar con ella sus trastornos menstruales, entre otros la amenorrea (cuando no les llegaba el periodo).
Se usaba como purgante y se combatía el reúma y la artritis dando friegas en la parte afectada con el resultado de la cocción. De igual manera se hacía tras macerarla en alcohol, o en aceite de oliva al sol durante nueve días. En este último caso se recomienda comenzar la maceración con la luna en cuarto creciente. El aceite en el que se freía era apropiado para las quemaduras. También era efectiva para combatir la fiebre y las hemorroides, así como las infecciones vaginales.
Era utilizada, en muy poca concentración, para facilitar el parto tanto en las mujeres como en el ganado. Incluso se empleaba cuando el animal nacía muerto, o bien cuando se retrasaba la expulsión de la placenta (conocida como parias). Aunque bien es verdad que estas virtudes han sido mal utilizadas en tiempos pasados como abortivas al aumentar las dosis, lo que le dio una injusta e inmerecida leyenda negra.
El nefasto uso de tan virtuosa planta no sólo ha sido demostrado por la experiencia a lo largo de los siglos, sino por recientes experimentos científicos realizados en laboratorio. El departamento de farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Zacatecas, en México, realizó un estudio con hembras, gestantes y no gestantes, de especies animales tales como el perro y la rata. Utilizando tejido uterino pudieron demostrar con el polígrafo los efectos contráctiles provocados por los extractos de ruda, lo que confirmaba definitivamente sus efectos abortivos.
Pero el agua de la cocción era buena también para tratamientos aplicados a los animales. Se le daba a beber a las ovejas cuando dejaban de rumiar, o para el «asiento» cuando tenían problemas de digestión.
Se sabe que, en la antigüedad, los monjes la cultivaban en sus huertos con fines preventivos, pero para evitar vicios perniciosos. Uno de los padres de la botánica, Hieronymus Bock, recomendaba en 1551 a los religiosos que fueran perseverantes a la hora de ingerir ruda a través de la bebida y los alimentos. Todo ello al objeto de mantener su castidad.
Todo lo contrario ocurría con el tarraguillo (dictamnus hispanicus), también de la familia de las rutáceas, que presenta un olor mezcla de ruda y anís. Se utilizaba como afrodisíaco, y muy especialmente para los animales. A los carneros se les daba cuando no cumplían con su obligación de cubrir a las ovejas. Se recogía la planta, se secaba y se tostaba suavemente al fuego, para dársela a comer mezclada con el pienso.
Ingrediente brujeril
Más que sorprendente es el poder que se atribuye a la ruda como elemento protector contra demonios, brujas y otros entes malignos. Era, y sigue siendo, un ingrediente fundamental en la elaboración de bolsitas que, convertidas en amuletos, intentan evitar encantamientos, hechizos indeseados, malos partos y hasta vértigos.
Son interminables los rituales para librarse con ella de influencias negativas e indeseables presencias. Es costumbre que llega hasta hoy colocar manojos de ruda en las puertas y ventanas para ahuyentar toda fuerza adversa. También han sido muy valorados los baños con una finalidad de limpieza energética del cuerpo. Los métodos tradicionales para desalojar la energía negativa de las casas nos recuerdan que hay que quemar ruda seca mientras se lleva el sahumerio de uno a otro rincón de la vivienda. Por otra parte, se considera excelente esta costumbre para desinfectarla, especialmente en caso de enfermedades víricas y de carácter epidémico. Nada escapaba a la influencia de la esta planta peculiar, que hasta acababa en los armarios protegiendo la ropa del acoso de las polillas.
Esas capacidades se extendían a las alimañas y animales peligrosos. Se puede leer en Materia médica, de Dioscórides, que «si se come sólo un acetábulo de su simiente con vino, es remedio contra los venenos mortíferos. Comidas antes dellos, por sí, las hojas, o juntamente con higos secos y nueces, les impide todo su efecto. Cómense útilmente, de la mesma manera, contra los insultos de las serpientes». Por eso se decía que cuando la comadreja tiene que luchar con la serpiente se harta primero de comer ruda.
José Alfredo González Celdrán, uno de los mayores expertos españoles en enteógenos, nos facilita algunos datos verdaderamente significativos: «Se ha utilizado para aromatizar o, mejor dicho, fortificar bebidas como el vodka y la grappa, lo que da testimonio de su psicoactividad; en Puerto Lumbreras (Murcia) se usaban las hojas de la ruda para añadir al aguardiente, con lo cual la bebida adquiría un factor de embriaguez añadido. Y a esta bebida la llamaban ‘;anís superior’ (obviamente, se trata de una comparación con el anís seco, no el dulce). Al parecer, la tradición otorgaba al ‘;anís superior’ la facultad de espantar a los demonios, y ello porque las flores se abren en forma de cruz. Esta facultad antidemoníaca fue aprovechada incluso por la Inquisición: a pesar de que el Santo Oficio perseguía a brujas que hacían ungüentos maléficos con ciertas plantas, los tribunales inquisitoriales utilizaban a veces esas mismas hierbas para expulsar a los demonios que poseían a la bruja en cuestión, y tal fue el caso de la ruda. Para ello introducían una hoja de esta planta en la boca de la acusada que, rabiando de dolor, se confesaba bruja al poco tiempo, y ello para que le extrajeran cuanto antes las hojas, cuya toxicidad le hacía arder la boca. Curiosa y paradójicamente, la ruda se convirtió poco más o menos en un agente doble: si fue usada con fines exorcizantes, lo que unía su acción a la voluntad divina, también constituyó un ingrediente fundamental en los famosos ungüentos para volar. En mi opinión, el carácter mágico de la ruda ha quedado reforzado por su funcionalidad psicotrópica. En la Edad Media se decía que proporcionaba una ‘;visión superior’ y era utilizada para agudizar los sentidos en trabajos que lo requerían, como escultura, pintura, etc. Y en brujería para proporcionar ‘;segunda visión’, o sea, un estado de trance».
Chamanes mexicanos
En el estado de Yucatán, México, conocí al chamán Ikxiocelotl, Garra de Jaguar, hombre de conocimiento muy vinculado a la sabiduría de la misteriosa civilización olmeca. En aquellas tierras la ruda es muy valorada, como él mismo nos revela: «Es una planta de poder, cuya finalidad es terapéutica, aunque también está relacionada con el equilibrio de nuestra energía, actuando sobre nuestro campo magnético y áurico, a través de las populares ‘;limpias’. La utilizo cuando una persona padece presión alta, nerviosismo, vahídos y falta de apetito. Se toma té de las flores de ruda; se aplica en heridas y mordeduras. Se recomienda comerla en caso de mordedura de víboras. En las boticas se obtiene la ruda en forma de aceite. Para los bohemios que sientan malestares después de una parranda es bueno un té de ruda bien caliente. Después de varios minutos se obtendrán maravillosos resultados».
También son de lo más suculentas las aportaciones que encontramos en Maravillas de naturaleza, obra del hellinero Manuel Ramírez de Carrión, que fue publicada en 1629 y en la que reunió «dos mil secretos de cosas naturales, dispuestos por abecedario». Así podemos leer: «En los hombres extingue la luxuria, y en las mugeres la aviva… Se haze mas fértil plantada al pie de la higuera… Ruda montesina, tratada con las manos causa hinchaçon en ellas; y el çumo de la cañaheja la sana, siendo vn veneno contra otro… El que vuntare con su çumo no le picaràn abejas, abispas, escorpiones, ni arañas… Es preservativo contra el mal de ojo; dizen algunos que tiene gran fuerza contra los malignos espiritus, y contra toda suerte de hechiceria… Tratada de la muger que està con su regla, se seca. Vn palo de su raíz puesto en la oreja, quita el dolor de cabeça».
Como aviso para atrevidos habría que decir que el manejo de esta planta es muy arriesgado. El propio Dioscórides alertaba ya de este peligro: «Cuando la cogen con flor, para echarla en adobo, vuelve luego rojas las manos, hinchando el cuero con una comezón y inflamación muy grande, por donde cumple primero untarse con aceite la cara y las manos para cogerla».
Y lo sabe por experiencia quien esto escribe, pues por no hacer caso de tales consejos viví en mis propias carnes la quemadura de medio rostro, hasta que la piel se cayó a trozos, después de pasar un terrible día en cama, preso de un malestar enorme, intensa fiebre y extrañas pesadillas. El personal médico de urgencias del hospital se quedó asombrado, pues no había visto jamás una quemadura tan rara, con la forma de una mano, provocada simplemente por el hecho de tocar la cara en el momento de recoger una de estas plantas. No se asusten, no quedó ni rastro del daño, más aún con la aplicación de otro elemento milagroso de la botica tradicional, el aceite casero (de pericón) elaborado con la hierba de San Juan (hypericum perforatum).
Prácticas milenarias
Pero más allá de la compleja botica tradicional asociada a la ruda, y de su utilización en milenarias prácticas mágicas, hay toda una dimensión espiritual destacada por los iniciados. En este sentido, está considerada como una de las plantas griálicas más importantes, capaz de propiciar la transformación interior de quien recorre una senda espiritual. Sus virtudes alquímicas pueden hacer renacer al hombre interior que al adentrarse en los misterios de la planta es capaz de evolucionar física, mental y espiritualmente. Hay quienes afirman que la ruda es una guardiana de la Madre Tierra. Si realmente se sintoniza con ella, ésta abriría al buscador las puertas de la naturaleza, mostrándole sus verdaderos secretos ocultos, toda una dimensión insospechada.
Se dice que escuelas iniciáticas, buscadores de las enseñanzas secretas, alquimistas y auténticos magos entregados no a burdas hechicerías sino a conseguir la sabiduría, la emplearon para conectar con la energía telúrica de la Tierra y, en suma, propiciar su transmutación personal.
Lejos de prácticas populares consideradas como supersticiones, la protección de la ruda frente a energías negativas se materializaría en el hecho de conseguir voluntad, decisión y energía positiva a la hora de afrontar cualquier decisión, lo que haría que al visualizar futuros logros éstos se hicieran realidad. La ruda se convertiría así en la esencia que puede combatir estas malas energías, porque al transformarnos interiormente nos concede la oportunidad de crear la existencia que deseamos.
Lugares sagrados
Quizás por esta vinculación con la espiritualidad sea más que llamativa su presencia en lugares sagrados. En este sentido, recogemos el testimonio de Jesús Callejo: «Una planta que es capaz de inmunizar contra la peste, de detectar y mitigar venenos, de ahuyentar los mosquitos molestos, de espantar alimañas, de alejar serpientes y de aliviar a los energúmenos, no puede ser más que un regalo de los dioses. Para mí es una verdad irrefutable que crece allí donde crecen los espíritus de luz. Es una planta asociada a lugares de poder, a enclaves mágicos y recintos sagrados. Donde hay ruda hay cobre, un metal del color del oro, un buen conductor de la electricidad, es decir, de la luz y de la energía de más alta vibración».
Precisamente pudo observarla, y hasta recogerla siguiendo el correspondiente ceremonial que exige la tradición, en un antiguo eremitorio al que le llevé. Es uno de mis lugares favoritos, donde existe un templo excavado en la roca de la montaña. Es interesante observar allí una zona claramente geopatógena, por estar situada en lo que sería un importante vórtice de energía telúrica, justo donde se encuentra el templo. Un pino pone de manifiesto su extraño movimiento a lo largo de los años, girando una y otra vez hasta casi cerrarse en círculo. Sin duda, el tronco quiere alejarse del lugar en el que surgió. Comprobamos así que la arquitectura ancestral se une a la energía telúrica y con ella se manifiesta con especial intensidad una planta considerada desde tiempos inmemoriales mágica, sagrada y guardiana de la naturaleza. Este tipo de observaciones se pueden realizar incluso a gran distancia por los geobiólogos, que comprueban la extraña apariencia de los árboles que están situados sobre zonas de gran intensidad telúrica. Precisamente por esto son perjudiciales para los seres vivos que estén mucho tiempo sobre ellas. Sin embargo, es en este punto donde surge una gran mata de ruda que, por cierto, como en ningún otro lugar de cuantos hemos visitado, se extiende alrededor de este enclave sagrado, habitado en otros tiempos por antiguos eremitas. (Año Cero)
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