sábado, 4 de octubre de 2008

Más sobre los transgénicos


Cultivos transgénicos: la coexistencia imposible
11-09-08, Por María Isabel Cárcamo *

Se constató que el polen del maíz transgénico fecunda las flores del maíz no transgénico, cuyas semillas resultan por tanto contaminadas con genes del maíz transgénico. Esto se conoce a tal punto que ésta ha sido una de las razones por las que Francia y otros países de la Unión Europea suspendieron a principios de este año la siembra de maíz transgénico Mon 810 de la multinacional Monsanto.

A mediados del mes de julio, durante el Consejo de Ministros realizado en la ciudad de San Carlos, el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Ernesto Agazzi, anunció el fin de la moratoria de 18 meses impuesta por el gobierno para definir la nueva política sobre cultivos genéticamente modificados. Esta moratoria implicó la no autorización de nuevos cultivos transgénicos hasta no tener un marco regulatorio para determinar en qué condiciones los nuevos cultivos serían aprobados.

En ese consejo, el ministro señaló que Uruguay manejará una política de "coexistencia regulada en la utilización de transgénicos, creando una estructura institucional nueva".

Anunció también la creación de un gabinete ministerial, conformado por Ganadería, Agricultura y Pesca, Salud Pública, Economía y Finanzas, Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente y Relaciones Exteriores, que será el encargado de definir los lineamientos y aprobar las autorizaciones. Es decir, que la sociedad civil no será parte ni tampoco tendrá participación alguna en las decisiones de dicho gabinete.

Es importante destacar que el levantamiento de la moratoria viene acompañado de lo que se ha dado en llamar la “coexistencia” entre los cultivos transgénicos y los convencionales. ¿Es posible esa “coexistencia”?

La contaminación genética

Lo primero a destacar es que la contaminación genética del maíz ya ha sido ampliamente comprobada a nivel mundial. Es decir, que se constató que el polen del maíz transgénico fecunda las flores del maíz no transgénico, cuyas semillas resultan por tanto contaminadas con genes del maíz transgénico. Esto se conoce a tal punto que ésta ha sido una de las razones por las que Francia y otros países de la Unión Europea suspendieron a principios de este año la siembra de maíz transgénico Mon 810 de la multinacional Monsanto, por no ser posible evitar la contaminación hacia los cultivos no transgénicos y la no autorización se estableció con respecto al maíz transgénico Bt11 de la empresa Syngenta. Ambos maíces transgénicos se cultivan en Uruguay desde 2003 y 2004, y a la fecha no se ha realizado una evaluación de sus impactos, ni de la posible contaminación que estos cultivos hayan causado, a pesar de que su consumo es tanto para alimento humano como animal.

Uso masivo de agrotóxicos

El segundo aspecto a tomar en cuenta para analizar la “coexistencia” es que los cultivos transgénicos están asociados al uso masivo de agrotóxicos, en particular herbicidas e insecticidas. Ello implica la imposibilidad de que estos cultivos puedan coexistir con productores convencionales y orgánicos dado que las fumigaciones tanto terrestres como aéreas son constantes y realizadas con agrotóxicos altamente contaminantes.

Como prueba de lo anterior, cabe señalar que ya se han registrado denuncias de productores hortícolas en el departamento de Canelones por quema de sus cultivos como resultado de las fumigaciones áreas de sojeros de esta zona. A su vez, los productores apícolas y los pescadores se ven afectados por los agrotóxicos asociados a los cultivos transgénicos, habiéndose detectado muertes de cientos de colmenas y de peces en distintos lugares del país causadas por los agrotóxicos usados en estos cultivos.

A lo anterior se suman los impactos sobre especies nativas de la flora y la fauna. A pesar de que el propio decreto de la moratoria destaca que Uruguay tiene en su pastura natural “una riqueza biológica única en el mundo” (1) no se han evaluado los efectos sobre la biodiversidad por el uso masivo de herbicidas (tales como glifosato, atrazina, paraquat y 2,4D). Tampoco se han evaluado los impactos del uso de insecticidas y funguicidas en los ecosistemas del país.

Por otro lado, el uso también masivo de fertilizantes químicos está provocando la eutrofización de los cuerpos de agua, es decir, que por un exceso de nutrientes, la superficies del agua se cubre de plantas flotantes que consumen gran parte del oxígeno del agua, afectando así a las especies que allí habitan.
También se ha comprobado que el uso de fertilizantes nitrogenados provoca efectos directamente relacionados con el cambio climático, puesto que dan lugar a la generación de óxido nitroso, un potente gas de efecto invernadero.

Los cultivos transgénicos también han demostrado no poder “coexistir” con las personas y se ha registrado un aumento de intoxicaciones por el uso de agrotóxicos vinculados a los mismos. Comunidades que habitan en los departamentos de San José, Canelones y Soriano, entre otros, han denunciado fumigaciones aéreas sobre escuelas y vecindarios.

Moratoria y después

Al decretar la moratoria, el Poder Ejecutivo emitió un decreto, uno de cuyos artículos decía que durante el año y medio que duraría ésta, el grupo de trabajo asignado elaboraría un marco regulador que comprendería, entre otros temas, los eventuales impactos para la salud humana, las amenazas para el medio ambiente, la relación con la agricultura tradicional, natural y orgánica y los mecanismos de información al consumidor. (2)

Ahora la moratoria se ha levantado y se ha decretado la “coexistencia”, pero esos puntos no han sido tomados en cuenta. Con respecto al mecanismo de información al consumidor, el ministro Agazzi anuncia que el etiquetado de los alimentos transgénicos será voluntario: “nosotros hemos optado por el etiquetado voluntario en el sentido de quien produzca alimentos libres de transgénicos va a tener la voluntad de comunicarlo y además el etiquetado va por cuenta de quien lo ofrece. Se supone que en alimentos donde haya una demanda fuerte para que no sean transgénicos, los consumidores van a estar de acuerdo en pagar un poco más, teniendo la garantía de que no son transgénicos.” (3)

Ello es doblemente injusto. Por un lado, porque obliga a quienes producen alimentos naturales a gastar un dinero que debería ser gastado por quien produce alimentos transgénicos y por otro lado, porque obliga a los pobres a comprar y consumir lo más barato: los transgénicos.

El que tiene dinero podrá pagar por un alimento no transgénico, pero lo más increíble es que aunque se tenga el dinero, llegará el momento en que no será más posible adquirir alimentos no transgénicos, ya que la “coexistencia” resultará, más a la corta que a la larga, en contaminación genética.

En lo que respecta a los impactos sobre la salud humana, las amenazas para el medio ambiente y la relación de los transgénicos con la agricultura tradicional, natural y orgánica, no tenemos noticias de que el grupo de trabajo establecido al momento de establecerse la moratoria haya elaborado un marco regulatorio que tome en cuenta esos aspectos.

En resumen, aceptar la coexistencia de los cultivos transgénicos con los no transgénicos implica aceptar sus impactos altamente negativos, que causan destrucción al medio ambiente, a la salud de las personas y cierran el paso a la producción de alimentos naturales y sanos. La coexistencia simplemente no es posible y menos aún con el Uruguay Natural que en algún momento el país quiso promocionar. www.ecoportal.net

* María Isabel Cárcamo
Agosto 2008


¿Son seguros los transgénicos para la salud humana?
10-09-08, Por Carmelo Ruiz Marrero *

Los estudios sobre transgénicos revisados por los pares y debidamente publicados que tengan alguna relevancia a la salud humana son apenas más de veinte. De estos, ¿Cuántos fueron realizados con sujetos humanos? Uno solamente. Es realmente preocupante que se hayan comercializado estos productos de manera masiva cuando la base de datos sobre su inocuidad es tan diminuta.

¿A qué se debe la controversia en torno a los alimentos genéticamente modificados, también conocidos como transgénicos? ¿Son seguros para consumo o no?

Quienes defienden los transgénicos argumentan que no hay evidencia científicamente válida de que hagan daño. ¿Existe tal evidencia o no? Esta pregunta tiene sólo dos respuestas posibles, y ninguna de las dos trae sosiego. O respondo que sí hay evidencia de daños o respondo que no la hay. Podría responder de inmediato que sí, pero para demostrar que es la pregunta incorrecta responderé de primera intención que no.

Si no existe tal evidencia, todavía el debate queda abierto, todavía no queda demostrado para nada que sean seguros. Después de todo, ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia.

Quien esté tranquilo y satisfecho con la aseveración de que no hay evidencia de daños está presumiendo que alguien en alguna parte está haciendo o ha hecho averiguaciones a respecto. Los defensores de los transgénicos señalan, con un aire de finalidad como para poner fin al debate, que la agencia estadounidense FDA, que vela por la inocuidad de medicamentos y alimentos, declaró que estos productos son sustancialmente equivalentes a sus contrapartes no transgénicos y que por lo tanto no presentan ningún riesgo novedoso al consumidor.

Pero la FDA no examina los alimentos transgénicos. Lo que hace es aceptar los datos que le someten las compañías que los hacen. Casi todos los estudios que someten son confidenciales. Si son tan seguros estos productos, ¿Por qué la confidencialidad?

“El consultar la FDA sobre la seguridad de alimentos transgénicos es un ejercicio puramente voluntario, en el que la agencia recibe resúmenes sin datos y conclusiones sin fundamento”, informa el investigador Jeffrey Smith en su excelente libro 'Genetic Roulette' (Ruleta Genética). “Si la compañía alega que sus alimentos son seguros, la FDA no tiene más preguntas. Por lo tanto, se aprueban para venta variedades transgénicas que nunca fueron alimentadas a animales en estudios de seguridad rigurosos y probablemente nunca a humanos tampoco.”

La FDA “depende casi totalmente de la notificación voluntaria de las compañías de biotecnología”, advierten los científicos húngaros Arpad Pusztai y Susan Bardocz. La FDA “sólo acepta las aseguranzas de las compañías de biotecnología de que su producto es seguro.”

Los defensores de los transgénicos nos dicen que son los productos más minuciosa y exhaustivamente examinados de toda la historia y hacen referencia a montañas de estudios y datos a este fin. Pero cuando uno excluye los estudios que son confidenciales entonces la pila se achica bastante. De la pila que queda, la mayor parte consiste de estudios que si bien son minuciosos fueron hechos para determinar variables agronómicas relacionadas a la productividad y rendimiento, datos que no tienen ninguna utilidad para determinar inocuidad. Una vez excluimos esos, la pila de estudios y datos se achica más aún.

De los estudios que tienen alguna relevancia a la salud humana, ¿Cuántos de estos son públicos y no confidenciales? ¿Cuantos han pasado por el proceso de revisión por los pares y sido publicados en la literatura científica? Como que la pila sigue achicándose. Y de éstos, ¿cuántos NO fueron financiados por la industria de biotecnología?

¿Quién puede creer que la fuente de financiamiento de una investigación científica no es de importancia? En un informe publicado en la revista Nutritional Health, I. F. Pryme y R. Lembcke observan que los estudios científicos sobre transgénicos que no son financiados por la industria tienden a encontrar problemas con serias implicaciones para la salud humana, mientras que los estudios financiados por la industria nunca encuentran ningún problema.

De cualquier modo, ¿Qué compañía ha encontrado algo malo con sus propios productos? ¿Cuántas décadas pasaron antes de que la industria tabaquera admitiera tímidamente que quizás podía existir alguna relación entre su producto y el cáncer?

Sepan ustedes que los estudios sobre transgénicos revisados por los pares y debidamente publicados que tengan alguna relevancia a la salud humana son apenas más de veinte. De estos, ¿Cuántos fueron realizados con sujetos humanos? Uno solamente. Es realmente preocupante que se hayan comercializado estos productos de manera masiva cuando la base de datos sobre su inocuidad es tan diminuta.

Las pocas veces que datos confidenciales sobre alimentos transgénicos han salido a la luz pública éstos han resultado ser sumamente preocupantes.

El 22 de mayo de 2005 el periódico inglés The Independent reportó la existencia de un informe secreto de la compañía de biotecnología Monsanto sobre su maíz transgénico Mon 863. Según el informe, de 1,139 páginas, ratas alimentadas con este maíz por trece semanas tuvieron conteos anormalmente altos de células blancas y linfocitos en la sangre, los cuales aumentan en casos de cáncer, envenenamiento o infección; bajos números de reticulocitos (indicio de anemia); pérdida de peso en los riñones (lo cual indica problemas con la presión arterial); necrosis del hígado; niveles elevados de azúcar en la sangre (posiblemente diabetes); y otros síntomas adversos. Portavoces de Monsanto aseguraron que la compañía haría público el informe, pero no lo hizo de buena gana, alegando "confidencialidad", y al principio sólo publicó un sumario de once páginas. No fue sino hasta que un tribunal alemán ordenó su divulgación unos meses después que el texto entero fue hecho público.

Es importante señalar que esta importante información es pública no por la buena fe de Monsanto sino porque algún buen empleado con acceso a documentos confidenciales de la compañía se tomó el riesgo de llevarla a la prensa. De no ser por este héroe anónimo, todavía hoy seríamos felizmente ignorantes sobre los efectos del Mon 863. Cabe preguntar entonces, ¿Habrá otros transgénicos nocivos que la industria de biotecnología nos está dando de comer a sabiendas de que son dañinos?

¿Qué más se puede esperar de una compañía como Monsanto? El excelente documental Le Monde Selon Monsanto (“El Mundo Según Monsanto”) de la cineasta francesa Marie Monique Robin, muestra cómo esta corporación ha pasado décadas negando responsabilidad por los horrendos daños a la salud ocasionados por el Agente Naranja, defoliante tóxico que ésta fabricó y que se utilizó extensamente en la guerra de Vietnam.

También se presenta en el filme el caso del pueblo de Anniston, en Alabama, EEUU, el cual sufrió por décadas de contaminación de sustancias tóxicas conocidas como PCB vertidas por Monsanto, contaminación que la compañía pretendió encubrir. En el curso de la batalla que la comunidad de Anniston dio en corte salió a luz un memorando interno de la compañía que decía “No nos podemos dar el lujo de perder un solo dólar de ganancia” (We can't afford to lose one dollar of business).

En vista de estos hechos, ¿Qué se puede esperar de esta compañía cuando nos asegura que sus transgénicos son seguros? Robin y yo no criticamos a Monsanto de manera arbitraria y gratuita. Es que la compañía tiene 90% del mercado mundial de cultivos transgénicos, por lo tanto es sólo justo que reciba 90% de nuestras críticas.

Otro caso preocupante que demuestra que la FDA no está haciendo nada en lo absoluto para asegurar la inocuidad de los transgénicos es el del guisante australiano. En 2005 un guisante transgénico experimental desarrollado en Australia por la Commonwealth Scientific and Industrial Research Organization provocó una fuerte reacción inmunológica en ratas de laboratorio.

Científicos de la escuela de investigación médica John Curtin en la ciudad de Canberra sometieron el guisante transgénico a una batería de pruebas de las que normalmente se hacen a medicamentos, no a alimentos. Las ratas que ingirieron el producto mostraron cambios significativos en sus sistemas inmunológicos y nódulos linfáticos. Esto es más que suficiente para prohibir su consumo.

Hay que enfatizar que las pruebas que realizaron los australianos no son requeridas por ley para alimentos transgénicos en Estados Unidos. Este producto hubiera entrado al mercado estadounidense si hubiera pasado por el sistema regulatorio de la FDA. Por lo tanto, no nos sorprenda que productos transgénicos igual o más nocivos que el guisante en cuestión pueden estar en el mercado ahora mismo.

Igual o más interesante que los resultados del experimento es el hecho de que los mismos científicos que desarrollaron el guisante y realizaron el experimento no entendían la importancia de lo que habían hecho. Las pruebas que habían realizado nunca antes se habían hecho con alimentos transgénicos y aún así ellos realmente estaban convencidos de que las pruebas que habían hecho eran la norma en el resto del mundo. Esto demuestra que los propios biotecnólogos -al menos la mayoría de ellos- están sumamente desinformados sobre su propio quehacer. www.ecoportal.net




Nuevos estudios ponen en jaque a los transgénicos
25-07-08, Por Sonia Serrano y David Olmo *

El Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals (ICTA) de la Universitat Autònoma de Barcelona ha analizado la situación en Cataluña y Aragón, donde hay cultivo comercial de transgénicos desde 1998 y concluye que su coexistencia es prácticamente imposible. Analizamos la situación del Estado español y, en concreto, de Aragón.

El Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals (ICTA) de la Universitat Autònoma de Barcelona ha analizado la situación en Cataluña y Aragón, donde hay cultivo comercial de transgénicos desde 1998 y concluye que su coexistencia es prácticamente imposible. Analizamos la situación del Estado español y, en concreto, de Aragón.

UNA PLAGA TRANSGÉNICA. El polen del maíz transgénico llevado por el viento contamina las plantaciones de maíz ecológico / Melissa La agricultura, de la mano de los agricultores ha ido modelando nuestros paisajes, muchos de los cuales incrementaron su biodiversidad gracias a los diversos cultivos. Hoy en día la agricultura intensiva ha reducido esa biodiversidad, pasando de pequeñas superficies con una elevada variabilidad de especies vegetales a latifundios de monocultivos. Debido a la intensificación del medio rural y a la fiebre de la productividad, se ha entrado en una espiral basada en el uso de herbicidas, pesticidas y biocidas que ponen en peligro muchos hábitat, y a los hospedadores de los mismos, incluido el ser humano.

En 1998, España aprobó el cultivo comercial del primer maíz transgénico, y actualmente ya son más de 50 las variedades autorizadas. Pese a que cuatro de ellas se han prohibido, España es el único Estado miembro de la Unión Europea que permite el cultivo de Organismos Modificados Genéticamente (OMG) a gran escala. Según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la superficie de maíz transgénico en 2007 era de 75.000 Ha, de las cuales 45.000 Ha se cultivaron en Aragón, la región europea con más hectáreas de OMG cultivadas (el total de superficie de maíz transgénico en Europa es de 110.000 Ha).

La superficie de maíz procedente de la Agricultura Ecológica (AE) se está reduciendo a marchas forzadas, debido a que el maíz ecológico se contamina con el polen del transgénico. La producción de las parcelas contaminadas se tiene que destinar al mercado convencional, con la perdida económica que eso supone al agricultor y de la que nadie se responsabiliza.

Aragón ha pasado de ser el primer productor de maíz ecológico del Estado español en 2003 a reducir la superficie de este cultivo en un 75%, debido al elevado número de casos de contaminación de maíz ecológico por transgénicos. En febrero de 2008, sindicatos agrarios, grupos ecologistas y el Comité Aragonés de Agricultura Ecológica volvieron a denunciar públicamente esta situación. Informes recientes de entidades ambientalistas en contra de los OMG afirman que a corto, medio y largo plazo, su cultivo incrementa el uso de agroquímicos, con el consiguiente aumento de la contaminación ; los cultivos transgénicos actualmente disponibles no incrementan el rendimiento potencial de una variedad híbrida ; los agricultores dependen de unas pocas multinacionales que controlan el mercado de las semillas, los productos químicos asociados y, en muchos casos, gran parte de los factores de producción ; están apareciendo nuevas alergias, nuevos tóxicos en los alimentos, resistencias a antibióticos, etc.

El sector de la agricultura ecológica está amenazado, pese a que en Europa sólo está autorizado el cultivo de maíz transgénico (en mayo de 2008 se denegó el cultivo de la patata transgénica). De momento, los agricultores afectados por las contaminaciones de sus cosechas son pocos, pero ¿qué ocurrirá si se autoriza la siembra de otros cultivos en la UE ? Podríamos estar hablando de miles de personas perjudicadas en todo el Estado español. Si se reduce la superficie de agricultura ecológica se estará reduciendo la biodiversidad, mientras que con los OMG seguiremos desgastando y reduciendo nuestro valioso patrimonio genético.

Esta situación no parece que vaya a mejorar. Mientras países como Francia, Rumania, Austria, Hungría, Polonia, Grecia y, próximamente, Alemania ya tienen moratoria contra este tipo de cultivos, en España ni siquiera existe un decreto que regule la coexistencia. Y mientras algunos territorios se declaran libres de transgénicos (País Vasco, Baleares, Canarias y Asturias), en Aragón, en mayo las Cortes rechazaron una proposición no de Ley para declarar Aragón libre de OMG con los votos en contra de PP, PSOE y PAR. www.ecoportal.net

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