jueves, 25 de junio de 2009

El Tomate: Protector cardiovascular



Este fruto originario de América constituye un ingrediente fundamental en la cocina de prácticamente todos los países del continente. En el siglo XV, el tomate fue introducido por Cristóbal Colón en Europa, donde le fueron adjudicando distintos nombres. Por ejemplo, los franceses lo llamaron “pomme de amour” debido a que se le adjudicaban poderes afrodisíacos. Por su parte, los italianos lo denominaron “pomi d´oro” (“manzana de oro”) porque, según cuanta la leyenda, los primeros tomates que llegaron a ese país fueron amarillos.
El color rojo intenso del tomate se debe a su contenido en licopeno, una sustancia antioxidante que, a diferencia del betacaroteno, no se convierte en vitamina A dentro del organismo. No obstante, este elemento es el causante de que el tomate ejerza un efecto protector frente al cáncer y todo tipo de enfermedades cardíacas (como la arteriosclerosis) y degenerativas.
El tomate contiene además, vitaminas C y E, betacaroteno(en una dosis pequeña) y quercitina, un flavonoide que también es antioxidante y está encargado del mantenimiento de la integridad de las paredes celulares. Por otro lado, tiene la ventaja de no incorporar grasas y agregar muy pocas calorías.
Dos tomates (aprox. 250 gramos) aportan: 43 calorías, 7 gramos de hidratos de carbono, 5 gramos de fibra, 3 gramos de proteínas y 0 grasas. Y las necesidades diarias que satisfacen son: vitamina C un 100%, vitamina A un 33%, ácido fólico un 31%, potasio un 19%, magnesio un 14%, hierro un 10%, fósforo un 8% y un 4% de calcio.

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