Además, protege la piel y contiene altas cantidades de vitaminas y minerales que fortalecen el sistema inmunológico.
La palta pertenece a la familia de las lauráceas, y se utiliza desde hace más de 7.000 años. Es originaria de las zonas del centro y este de México, lugar del que partió después de la conquista. El aguacate (palta) fue introducido en España alrededor del año 1.600, y desde allí se diseminó hacia el resto del mundo. A partir de esto, países como Japón y Francia lo incorporaron a su alimentación mediante distintos platos.
La particularidad de este alimento reside en que su sabor no puede clasificarse. No es dulce, pero tampoco es salado. Su contenido en grasas insaturadas (sanas) es lo que convierte al aguacate en una fruta altamente recomendad para combatir problemas de colesterol en la sangre, como así también trastornos del sistema cardiovascular.
La palta es rica en ácidos grasos insaturados (y, dentro de ellos, en monoinsaturados). Gracias a estos componentes, normaliza las tasas de colesterol, favoreciendo la salud del aparato cardíaco y circulatorio. Además, a diferencia de los ácidos poliinsaturados (que favorecen el aumento de los radicales libres), los ácidos grasos monoinsaturados previenen la aparición de enfermedades degenerativas como el cáncer. En este sentido, los efectos del aguacate son similares a los del aceite de oliva.
Por otro lado, la palta posee vitaminas A, C y E, nutrientes que evitan que los ácidos grasos se oxiden por la acción de los radicales libres. Además, contiene vitamina B6, responsable de la asimilación de las grasa y del mantenimiento del sistema inmunológico.
Extracto de Revista “Salud Alternativa”.
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