sábado, 22 de mayo de 2010

La Manzana y sus bondades



La manzana, suave y ligera, es una gran fruta preventiva. Además de actuar como un bálsamo digestivo, depura y ayuda a regular el colesterol.
La manzana aporta principalmente hidratos de carbono en forma de azúcares (12,5%), en su mayor parte fructosa y, en menor proporción, glucosa y sacarosa. Contiene muy pocas proteínas y grasas. Entre sus vitaminas destaca la C: una manzana puede cubrir el 30% de las necesidades diarias. También aporta algo de vitamina E (0,32 mg/100 g), potasio (140 mg) y fósforo (10 mg), aunque todo ello en pequeña proporción.
A la vista de tan poco llamativa composición nutricional, resulta difícil imaginar las extraordinarias propiedades que hacen de la manzana un auténtico alimento medicina, pero es que esta fruta incorpora sustancias fitoquímicas que no aportan energía pero que son muy beneficiosas:
Pectina. Un hidrato de carbono que no se absorbe en el intestino y que forma la mayor parte de lo que llamamos fibra soluble. Retiene agua y forma geles que actúan como una emulsión que absorbe desechos en el intestino y facilita la eliminación de toxinas con las heces.
Ácidos orgánicos. Representan entre el 1% y el 1,5% del peso de la manzana. Al igual que los cítricos, estos ácidos producen al metabolizarse un efecto alcalinizante (antiácido) en la sangre y los tejidos. Además, renuevan la flora intestinal, evitan las fermentaciones y actúan como dentífrico natural.
Taninos. La manzana es, después del membrillo, una de las frutas con un mayor contenido en taninos, que son astringentes y antiinflamatorios.
Flavonoides. Presentes en muchas frutas y hortalizas, impiden la oxidación de las lipoproteínas de baja densidad (sustancias que transportan el colesterol en la sangre). Esto evita que el colesterol se deposite en las paredes.
Boro. Este mineral interviene en numerosas funciones del organismo. Una de ellas es la de facilitar la asimilación del calcio y el magnesio, por lo que contribuye a prevenir la osteoporosis. La manzana es una de las frutas más ricas en boro.
A todas estas sustancias se deben las muchas propiedades de esta sencilla pero prodigiosa fruta: antidiarreica, laxante, diurética, depurativa, hipolipemiante, colerética, tonificante del sistema nervioso, alcalinizante, antioxidante. Por ello, su consumo diario conviene tanto a personas sanas como enfermas.
Poder preventivo
Comer dos o tres manzanas diarias durante varios meses resulta muy eficaz para regular el nivel de colesterol. Por un lado, la pectina absorbe las sales biliares en el intestino, una de las materias primas a partir de las cuales el organismo fabrica colesterol. Por otro, los flavonoides inhiben la agregación plaquetaria, con lo que se reduce el riesgo de infarto de miocardio. La manzana disminuye asimismo la tendencia a la formación de cálculos biliares.
Para los diabéticos la manzana es ideal por dos razones: una buena parte de su azúcar está en forma de fructosa, que no precisa de insulina para entrar en las células y, en segundo lugar, la pectina ayuda a regular la liberación de azúcares, lo que permite que su paso a la sangre sea lento y progresivo.
Estrella en la cocina
La manzana forma parte de numerosas tradiciones gastronómicas. En Europa la encontramos en la ensalada Waldorf, las tatins francesas, en los äpfelstrudel de Austria y Alemania, los hojaldres, las salsas para el asado y los crumbles ingleses, los buñuelos de manzana, las manzanas horneadas o las rellenas de carne del recetario catalán. En América pasteles, purés y rellenos tienen con frecuencia a la manzana como protagonista. En Asia se emplea en fritos, chutneys, ensaladas, macedonias y arroces tipo pilaf, en los que se utiliza arroz integral que, para que quede blando y suelto, se remoja y saltea previamente en la sartén.

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