domingo, 1 de noviembre de 2020

Algunos consejos útiles sobre la Alimentación

 




Las verduras se comen cocidas con mucha frecuencia, pero así se pierden lamentablemente sus mayores virtudes. Muchas de ellas sin embargo, pueden comerse crudas en forma de ensaladas, si se remojan o lavan adecuadamente en agua.

Las zanahorias y otras raíces se limpian con un cepillo de cerdas duras, teniéndose bajo el chorro de agua, sus manchas y puntos negros se quitan con un cuchillo. Para ingerir verduras crudas es importante prepararlas con condimentos naturales como el limón, el aceite de oliva o vegetal, etc.. Cuando no pueden comerse crudas, se recomienda hacer con ellas zumo, igual, se puede proceder con las hortalizas, el zumo fresco mantiene las propiedades de los ingredientes.

Las frutas son algo más que un producto natural de sabor agradable. Es así mismo fuente de valores nutritivos, por ello no deben faltar en las comidas. Se debe generalizar y se recomienda iniciar el día con la ingestión de un vaso de agua fría y luego un jugo de frutas, de preferencia por ejemplo: cuando hay resfriados o catarros, vaso de agua tibia, con el jugo de tres limones y una cucharadita de miel de abeja. El limón es un fruto ácido que al ingresar al aparato digestivo se transforma en un estupendo alcalínizante. Resulta por tanto, muy recomendable para quienes padecen de artritis. Entre otras propiedades de las frutas está la de mantener unidas las células, dan firmeza a los ligamentos, cartílagos y paredes de los vasos sanguíneos, además, ayudan a mantener sanos los dientes, recuperarnos de las heridas, etc..


Repetimos que las verduras y las frutas deben comerse preferentemente crudas, para ello basta lavarlas en forma adecuada. La cáscara y el grano de muchas de las frutas son comestibles y concentran las principales virtudes de éstas.

La adaptación al régimen alimenticio vegetariano deberá ser paulatina, procurando que el cambio sea a conciencia y producto de nuestro discernimiento. Lo primero que deberá ser abandonado será el consumo de las carnes rojas y embutidos, pudiendo mantener en la dieta las llamadas carnes blancas (pescado y aves), hasta que poco a poco, fortalecida la voluntad y el conocimiento se pueden retirar éstas definitivamente. Deberá abandonarse igualmente, el empleo de las grasas animales, pues éstas acrecientan generalmente el colesterol en la sangre, lo cual, como se deduce, facilita la aparición de la arteriosclerosis.

Los aceites vegetales naturales, es decir, sin refinar, disminuyen en cambio, el nivel de colesterol cuando éste es muy elevado, evitando de esta forma, una vejez prematura. Tan espléndida propiedad de tales aceites desaparece, sin embargo cuando se ingieren éstos en frituras excesivamente concentradas. Entre los aceites vegetales destacamos el de oliva, maíz, almendras y especialmente los de girasol y maíz.

La mantequilla elaborada de leche de vaca es rica en vitaminas A y D, pero algunas familias prefieren la mantequilla vegetal. Y en cuanto a las carnes, éstas tienen un magnífico reemplazo en alimentos como: la leche, el huevo, el queso, las nueces y las pecanas entre otras.

Respecto al huevo: Existe una serie de prejuicios con respecto al huevo, por eso, anotamos aquí que es uno de los alimentos más nobles y ricos en vitaminas. Biológicamente de mejor calidad inclusive que lo que aporta la carne; y es así, porque dichas proteínas contienen todos los aminoácidos necesarios del equilibrio perfecto. Se puede comer hasta un huevo diario. Es un viejo prejuicio aquel que sostiene que es malo para el hígado, ya que acelera el drenaje de la bilis. Se sabe que resuelve en mucho nuestras necesidades calóricas y es rico en vitaminas A y B.


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