martes, 23 de febrero de 2010
El cambio en la alimentación: Un paso importante
El inicio de un nuevo milenio genera un cambio de conciencia, una nueva actitud en la gente, en cuanto a cuestionar los mandatos implícitos acerca de lo que debemos hacer con nuestro cuerpo, nuestra comida, vida sexual, hábitos, actividades laborales y de ocio, etc. Estamos tan adormilados, apabullados, anestesiados, tan sometidos a lo que han dispuesto para nosotros, que muchos no podemos ni siquiera experimentar la libertad interior de sentirnos arquitectos de nuestro destino. ¡Cómo alcanzar el bienestar psicofísico si padecemos tal intoxicación por dentro y por fuera, que perdimos la capacidad de emocionarnos por los hechos más triviales pero más hermosos, como contemplar un paisaje o jugar con nuestros hijos!
La vida brota por doquier y espera de nosotros que asumamos nuestra esencia. Es nuestra tarea rescatar al hada o príncipe que llevamos dentro, el que quiere existir y no sufrir, amar y no odiar, disfrutar y no padecer; ese artista que olvidó por un tiempo sus sueños pero que ahora los quiere recuperar.
Desde luego, no todo será color de rosa una vez que tomemos la decisión de hacernos cargo de nuestra vida con el único fin de ser felices y hacer felices a quienes nos rodean. No estamos acostumbrados, y parecería que el mundo entero se opone a ese sano mandato de la naturaleza. Para iniciar esta transformación mejoraremos nuestra dieta, ya que, en palabras de Ludwig Feuerbach: “El hombre es lo que come”. Pero también el ser humano es lo que hace, dice, piensa, siente y desea; por lo que, mejorar la forma de alimentarnos es una de las vías (aunque no la única ni suficiente por si misma) de acceso al equilibrio psicofísico. Asimismo, adquirimos nuevas costumbres, más saludables que las anteriores, desarrollaremos otras y / o más satisfactorias actividades físicas y espirituales. Nos relacionaremos de otra manera con nuestros semejantes y seres queridos. Re-significaremos todas nuestras tareas cotidianas, tal vez cambiaremos de actividad laboral (el trabajo a disgusto enferma) y probablemente iniciaremos algún tratamiento de salud. El cambio supone pérdidas y, en este aspecto, será penoso, pero como ya es sabido, en la vida lo que vale cuesta. La decisión de modificar hábitos cotidianos fundamentales implica asumir responsabilidades en cuanto a entender que somos nosotros mismos quienes forjamos nuestro destino y por ello debemos hacernos cargo del mismo.
Extracto de “Cómo y por qué la alimentación influye sobre la salud” del Dr. Daniel Levy y Alejandro Bosack
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