miércoles, 17 de febrero de 2010

Los ovo-lacto-vegetarianos:



Se denominan así porque su dieta incluye, además de todos los vegetales, la leche y sus derivados, así como otros alimentos derivados de animales como lo son la miel y los huevos.
La palabra vegetariano deriva del latín vegetus, es decir “sano”, porque según los principios vegetarianos la alimentación natural refuerza tanto el cuerpo como el espíritu. En cualquier caso la auténtica base de la opción vegetariana es la de la no violencia, no tener que recurrir a la muerte de ningún tipo de animal para alimentarse.
Una dieta vegetariana equilibrada evita los problemas derivados de los hábitos alimentarios de las sociedades occidentales: arteriosclerosis, alteraciones del metabolismo, carcinomas intestinales, debidos a demasiado alimento y, sobre todo, al exceso en el consumo de carnes y grasas animales. Con una dieta vegetariana equilibrada en sus componentes se introduce en el organismo mucho potasio, particularmente útil por que contrarresta la acción negativa del ocio que, al favorecer la retención hídrica, aumenta el riesgo de hipertensión. La sustitución de las grasas saturadas animales por las poliinsaturadas contenidas en los aceites vegetales reduce el nivel de colesterol en la sangre y, por lo tanto, el riesgo de cardiopatías; la leche aporta el calcio, necesario para defenderse de la osteoporosis y de los procesos degenerativos cerebrales.
El único problema que podría presentar en particular para la mujer en edad fértil, es el de la anemia debida a la escasa absorción de hierro, que, en efecto, es absorbido en un 20% si procede de la carne y en un 2 a 5% si procede de los vegetales. Ello puede provocar dolor de cabeza y decaimiento. Para evitar este inconveniente hay que verificar regularmente, por medio de exámenes clínicos, el nivel de hierro en la sangre, para poder corregir a tiempo eventuales estados de carencia.

Extracto del Boletín de la U.V.A. (Unión Vegetariana Argentina).

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