viernes, 16 de marzo de 2012
La importancia de incorporar semillas y oleaginosas a nuestra alimentación
Es hora que sepamos con seguridad el rol importante que puede cumplir en nuestro organismo, el incorporar semillas a nuestra dieta diaria. Hoy día, cada vez más, los especialistas en nutrición se esmeran en destacar y recomendar la importancia de ellas en las dietas.
Las semillas, por sus propiedades energéticas son una opción nada despreciable a la hora de querer lograr para nosotros, una alimentación equilibrada.
Una manera práctica de incorporarlas es consumir panes elaborados con ellas, como pueden ser los panes de sésamo, de girasol, de lino etc.
IMPORTANTÍSIMO: Tener en cuenta que todas las semillas deben ser rotas, trituradas, machacadas, masticadas muy bien o molidas pues de otra manera seguirán su camino y no se podrá aprovechar al máximo sus propiedades. Una vez molidas, en lo posible guardarla en la heladera y nunca comprar semillas molidas si no saben cuánto tiempo estuvieron en su envase original.... pues los aceites se degradan... además....
Los frutos secos deben consumirse preferentemente crudos, previo remojo en agua durante unos diez minutos. Lo más indicado es que formen parte de los desayunos, las meriendas y los platos principales de las comidas, así como de las ensaladas, acompañados de quesos frescos, legumbres y cereales como el musli.
Con frecuencia, una vez descascarillados, los frutos secos se tuestan. Con ellos mejora su sabor, si bien al mismo tiempo se modifican la estructuras de los ácidos grasos y se destruyen las escasas vitaminas que contienen los frutos. También la costumbre de salar los frutos secos es perjudicial para quienes los consumen, porque la cantidad de sal obliga a beber en exceso, con la consiguiente sobrecarga para los riñones. Además, la sal acarrea graves consecuencias para los hipertensos. Por si fuera poco, la sal favorece el endurecimiento de las grasas, que se depositan en los tejidos y comienzan a retener agua, de lo cual deriva la aparición de la celulitis.
Es importante ingerir los frutos secos tras una concienzuda insalivación y masticación (o molidos como indiqué al principio), para aprovechar al máximo sus componentes y facilitar la digestión. La cantidad que se debe consumir depende, por una parte, de la intensidad de las actividades físicas que se realicen, y por otra, de las características de los demás componentes de la dieta.
Los frutos secos son semillas oleaginosas - este grupo de alimentos también se denominan así- que proceden de determinadas plantas. Recubre estas semillas una cáscara más o menos dura, según las especies, y todas ellas se caracterizan por incluir en su composición menos de 50% de agua, por su bajo contenido de hidratos de carbono y por su riqueza en grasas. Son de los pocos alimentos que contienen fósforo, y en el que éste, sin embargo, no forma combinaciones ácidas en el organismo humano. Actualmente, los frutos secos constituyen una excelente alternativa a las proteínas animales.
Los frutos secos aportan a la dieta grasa poliinsaturadas muy valiosas, ya que constituyen una buena fuente de energía. En general, estos frutos tienen mayores y mejores propiedades energéticas que las que tiene la carne.
Debido a su alto contenido en aceites y, por consiguiente, su elevado poder calórico, los frutos secos se descartan en la mayor parte de las dietas alimentarias.
Las semillas de la calabaza y los cacahuates son altamente proteicas, aunque las proteínas que contienen son de mediana calidad, por su bajo contenido en licina y metionina; por este motivo su consumo debe complementarse con el de proteínas procedentes de cereales y legumbres, para lograr un correcto equilibrio nutritivo. Por su parte, nueces, almendras y nueces de Brasil poseen más proteínas por unidad de peso, y de excelente calidad, que los huevos frescos.
Con la salvedad de las castañas los frutos secos proporcionan muy pocos hidratos de carbono ( entre el 10% y el 20%) y, además, están constituidos en parte por fibras vegetales, de modo que el organismo no los absorbe, si bien, por otro lado, presentan una buena proporción de minerales de fácil absorción, como potasio, calcio, fósforo, hierro y magnesio.
En cuanto a las vitaminas que pueden aportar, son escasas por lo general, con excepción de la vitamina A, en tanto que poseen cantidades variables de tiamina, rivoflavina y niacina.
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