martes, 16 de marzo de 2010

Los Cereales en la Historia



La historia de la humanidad está íntimamente ligada a los cereales. A ellos a recurrido siempre para socorrer a los pueblos azotados por el hambre.
En su libro “Origen de las plantas cultivadas” A.Guyot formula interesantes puntualizaciones sobre el origen de diversos cereales. Según él, se han encontrado restos de torta de mijo y otros granos de plantas silvestres procedentes del paleolítico. En las ruinas de antiguas ciudades suizas del neolítico se han hallado restos de trigo, cebada, avena, mijo... el trigo y el centeno empezaron a cultivarse con azada a principios del neolítico, por entonces se consumía también la neguilla y la cizaña. En ciertos extractos fósileros del neolítico se han descubierto restos de trigo y cebada. En el neolítico se cultivaron 8 especies de cereales; de entre las conocidas actualmente sólo faltaban la espelta, el centeno y la avena que aparecieron entre las edades de bronce y de hierro.
Desde los tiempos más remotos (10.000 años AC) el hombre ha hecho semillas de cereales, preparadas en forma de gachas o tortas, su alimento principal. En Roma, cada legionario recibía 800g de semillas de trigo y cada grupo de 10 hombres disponía de un molino para transformar ese grano en harina.
En el 9° milenio AC, se cultivaba trigo en Mesopotamía y la cebada crecía espontáneamente. En el 6° milenio, se sembraba trigo y cebada en el bajo Egipto. En Persia se cultivaba trigo candeal, la cebada y la espelta. El mijo era conocido en tiempos de Herodoto.
Hacía el año 2500 AC se cosechaban en la India trigo, arroz y cebada. Los Arios cultivaban trigo y cebada; y los Chinos (hacía el 2700 AC) celebraban ceremonias con motivo de la siembra de trigo, mijo y sorgo. En el “Libro de Ruth” 2.14 podemos leer: “Ella se sentó al lado de los segadores, y les dio una partición de trigo tostado, del que comió ella hasta saciarse y le sobró”.
Considerando todo lo dicho y además la cita Bíblica dijo también Dios: “Ahí os doy cuantas hierbas de semilla hay sobre la faz de la Tierra toda...”. Se hace inevitable la conclusión de que nunca se le dio la debida importancia a los cereales, alimentos tan nutritivos como económicos.

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