martes, 16 de marzo de 2010

¿Vivir para comer o comer para vivir?



Desde épocas inmemoriales nuestros abuelos nos decían que el bebe cuando más “gordito” era, más sanito estaba; la cultura del niño gordo era sinónimo de belleza y salud.
Nos fueron inculcando que era necesario “comer mucho” para ser sano y fuerte. La visión actual de la medicina indica lo contrario, hoy la gordura es vista como una enfermedad y las dietas están a la orden del día. Esto trajo aparejado nuevas enfermedades como la “bulimia” y la “anorexia” y el gran negocio de las clínicas para adelgazar.
La historia nos muestra que la alimentación del hombre primitivo (generalmente basada en frutas y cereales) era rica en nutrientes pero baja en calorías. Además, hace 10.000 años el hombre realizaba un gasto energético muy grande para procurar el alimento; en tanto el hombre moderno le basta con abrir la heladera.
El material genético es el mismo, lo que ha variado es la forma de satisfacer la sensación de hambre. En su evolución el hombre ha “disfrazado” una función fisiológica, convirtiéndola en un degustar lo que le provoca placer.
Ni mucho, ni tan poco, debemos comer para vivir y no vivir para comer y la alimentación vegetariana llena todas las necesidades del cuerpo humano.

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