lunes, 1 de octubre de 2012

Ayunar para vivir más y mejor

Cuando se trata de bajar de peso o mantenernos saludables el número de consejos, dietas y recetas parece no tener fin. La polémica más reciente tiene como protagonista al ayuno: mientras que la mayoría de los médicos sostiene que no se han comprobado los beneficios de dejar de comer, otros argumentan que si lo hacemos por períodos breves, no sólo bajaremos de peso sino que también nos volveremos menos vulnerables a las enfermedades asociadas con la edad. Michael Mosley, periodista de la BBC, siguió una dieta que restringe severamente por dos días a la semana la ingesta de calorías para ver cómo respondía su organismo. Siempre pensé que hacer ayuno era algo desagradable que no proporcionaba ningún beneficio evidente en el largo plazo. Por esta razón, cuando me pidieron que hiciera un documental en el que tenía que dejar de comer, no me entusiasmé demasiado porque pensé que sería un suplicio. Para convencerme, mi editor me habló de una serie de investigaciones sobre el ayuno y me dijo que si lo hacía, era muy probable que mi cuerpo experimentara una mejoría dramática. Así que, sin pensarlo un minuto más, dije que sí. Carezco de fuerza de voluntad como para seguir una dieta por mucho tiempo, pero me interesa en extremo saber por qué comer menos puede aumentar mis expectativas de vida. La manera en que envejecemos está dictada en gran medida por los genes y no hay mucho que podamos hacer al respecto. Sin embargo, reducir la cantidad de calorías comiendo bien pero no mucho, es una de las pocas cosas que han demostrado aumentar la longevidad, al menos en los animales. Desde hace más de 70 años se sabe que los ratones sometidos a una dieta baja en calorías y rica en nutrientes viven por más tiempo. También hay evidencia de que lo mismo sucede con los monos. Hormona del crecimiento Longo investigó la deficiencia de la hormona del crecimiento en seres humanos. El récord mundial por vivir mucho más de lo previsto lo ostenta un nuevo tipo de ratón que puede vivir un 40% más que los ratones comunes. En tiempos humanos, esto equivale a a vivir por 120 años o más. Este ratón fue genéticamente modificado para que su cuerpo produzca niveles muy bajos de una hormona del crecimiento conocida como factor de crecimiento insulínico tipo 1 (IGF-1, por sus siglas en inglés). Cuando los niveles de esta hormona son altos el cuerpo envejece más rápidamente y se vuelve más proclive a sufrir enfermedades vinculadas a la edad. Cuanto más bajo es el nivel de estas hormonas, más protegidos estamos. Una mutación genética similar pero natural ocurre en los individuos con síndrome de Laron, una rara condición que afecta a menos de 350 personas en todo el mundo. Ayuno intermitente En los días de ayuno, la ingesta de Mosley se redujo a 600 calorías diarias. Actualmente, un grupo de científicos está investigando el llamado "Ayuno en días alternos" (Alternate Day Fasting, ADF, por sus siglas en inglés), que implica comer lo que uno quiere un día, y luego seguir una dieta restringida en calorías al día siguiente (de menos de 600 calorías). Y, para sorpresa de muchos, no importa qué es lo que uno come el día que no hace ayuno. Krista Varady, de la Universidad de Illinois en Chicago, EE.UU., llevó a cabo una prueba de ocho semanas en la que comparó a dos grupos de personas con sobrepeso siguiendo la dieta de ADF. "En términos del riesgo de enfermedades cardiovasculares, daba lo mismo si los participantes comían -durante los días que no había que hacer ayuno- alimentos de alto o bajo contenido graso ", me explicó Varady. Como para mí era muy poco práctico seguir la dieta de días alternos, opté por una versión más sencilla: la llamada dieta 5:2. Esto quiere decir, comer normalmente durante cinco días a la semana e ingerir 500 calorías dos días por semana si eres mujer y 600 si eres hombre. En este sentido no hay reglas claras porque no se han hecho suficientes pruebas con seres humanos. En mi caso, noté que me resultaba más fácil durante los días de semiayuno hacer un desayuno liviano de cerca de 300 calorías (huevos revueltos, una rodaja fina de jamón y mucho té negro), mucha agua y té de hierbas durante el día y una cena liviana por la noche.

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