Los Esenios formaron una comunidad que habitó la zona de Qumram en Israel y dedicaron sus vidas a acumular y conservar el conocimiento de diversas procedencias. Vivían en comunidades, compartiendo todo y alimentándose de la Madre Tierra y cuidando del Templo del espíritu (el cuerpo).
Ellos se alimentaban de todo lo que la tierra les daba, ya que los productos que de allí sacaban contenían todos los nutrientes necesarios para llevar “una buena vida”. En los productos de la tierra se hallan el “ángel del agua”, el “ángel del sol”, el “ángel del aire”, y ellos tres han despertado “el ángel de la vida” que alimenta al hombre.
Recordemos las palabras de Jesús: ”Comed lo que os da la tierra, pues de ella fluye la vida entre los hijos de la luz y las hojas de la hierba, tendiendo un puente para el sagrado torrente que dio origen a toda la creación.... Es la Madre Tierra que provee a nuestros cuerpos, pues de ella nacimos y en ella tenemos nuestra vida”.
Extracto del “Evangelio de los Esenios” (Libro IV).
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